lunes, 2 de octubre de 2006

LA ANGUSTIA

SANTIAGO RUEDA MONTOYA

LA ANGUSTIA
03 de octubre de 2006

La angustia como el encuentro de frente con la nada. Esta es la premisa que denunciaremos en la cotidianidad. Para esto utilizaremos la alegoría del mito de Sísifo, como todo mito, se permite una cierta interpretación, la cual estará atravesada por una experiencia personal. Que si bien es cierto no llego a distinguir el rostro de “la nada”, si dejo ver una piedra caer.

La conciencia, dice Camus, como aquello que irrumpe en el sujeto, que invade de manera brusca y le permite retroceder sobre sus pasos, le consiente darse el lujo de ser castigado. Así me hallaba yo, en una especie de castigo. ¿Por qué a mi? Me preguntaba, sin entender que la pregunta misma no tenia sentido, porque aparentemente nadie se libraba de ello, nadie podía evadir la vida que le venia impuesta desde el nacimiento. Como si la elección solo se nos permitiera como un sino infligido, una esclavitud basada en la libertad, una especie de paradoja que solo el mito y la angustia logra desentrañar.

Mi vida había transcurrido en el avatar de las cotidianidades, donde el juego de lo subjetivo me imponía una historia con episodios que pueden ser considerados un tanto extremos por unos, o nimiedades por otros; sin embargo siempre para mi cada cosa tuvo su enigma, y todo formaba parte de una vida como cualquiera. Una vida que reaccionaba a ratos y callaba en otros. Mi tendencia era “intentar hacer las cosas lo mejor que pueda sin saber exactamente para qué, pero algo bueno tenia que salir de todo eso, ¿o no es cierto que los buenos siempre ganan?”, así las ciencias exactas y la tecnología sesgaron mi elección de carrera. Ingeniería electrónica fue la aparente elección que hice, aparente ya que después me encontraría envuelto en un destino no elegido. Una familia basada en el amor “ideal”, y una buena profesión se fundían en las raíces mismas de mi “razón de ser”.

Un amor adolescente fue el gatillo de la historia, trillada melodía que todos en algún momento tararean. Esta vez la diferencia fue que los episodios desencadenaron una suerte de dudas. Para resumir la historia me encontré frente a la nada. Toda mi razón de ser se iba por la borda. Entré en una de los instantes más largos de mi vida. En esos tiempos no sabia distinguir entre psicólogo y psiquiatra, así que fueron unas paginas amarillas -no se si por el desgaste- las que me llevaron a un diagnostico. Depresión “todavía” leve, causada por unos “bichos raros” que manejan la química cerebral. Tomar 20mg de una pastilla que entre todas es la que menos daños colaterales tiene, y a pesar del sabor amargo y la sequedad de la boca que provocan, entre otras cosas me ofrecían una solución total, acompañada de una gran sonrisa. Al menos esa apariencia tenían los de las fotos del catalogo, de quienes se suscribieron para recibir por cada 20 pastillas compradas 10 gratis. Bueno, la historia continua, no hace falta explicar cual fue la suerte de dicho medicamento.

No se que sentía, y es que quizá estaba empezando a dejar de sentir. Dejar de sentir la vida como lo había sido siempre, tan segura, una serie contingente, es verdad, pero que siempre remitía a un nuevo día. De repente ya parecía que no existía otro. Como dije al comienzo, para muchos pudo ser una nimiedad pero el juego de las subjetividades no juzga, y para mi era “el fin del mundo”. Fin que acarreaba a todo, fin que solo imponía una suerte de claustro, acompañado de episodios de llanto, ira y vergüenza, hasta eso perdí. Mis amigos me visitaban y ya ni siquiera abría los ojos que hinchados parecían despreciar todo intento de orgullo.

Desesperado pensaba, sin planificarlo, pero como un mal sueño imaginaba la manera de acabar con todo el sufrimiento, con la vida, esta vida que de repente se habría vuelto un infierno. ¿Por qué antes no había caído en este estado?, ¿qué marco esa diferencia?, ojalá no sean esos químicos en mi cabeza, porque más que consuelo solo alimentaban la nada, la nada de creer que mi vida no tenía sentido, y que para justificarla habría que pensar que todo se sostenía tan solo en los 20mg diarios.

Fue entonces donde me vi en la cima, en la cima desde la cual arrojaba mi piedra para volverla a subir una y otra vez sin haberlo sabido. Me habría tropezado en el camino, pero siempre lo continué sin mirar al horizonte, solo porque la vida debía ser así.. así no se cómo pero así… esa es la respuesta de quien siente la piedra en las manos, pero no la montaña en sus pies, ni el porque de su caminar.

La angustia frente a la nada, la no existencia, el sin razón, ¿Es que acaso no vemos la razón cuando nos enfrentamos a la angustia, o es que la vemos más clara que nunca? El castigo de Sísifo solo se da por su conciencia de que su caminar resulta infructuoso. Así desperté un día castigado y sin querer resignarme me levante dispuesto a dejarlo todo –que podía haber dejado si nada tenía- para así darle sentido a todo. Que terrible paradoja, me levante como un héroe inocente que va con manos vacías a luchar una batalla de la cual no sabe nada. Recorrí un camino que pasó por la meditación, una que otro dialogo de Platón, un cura cristiano, un psicólogo entre otros, hasta que para ser cortés con el sistema decidí la psicología por no discordar aparentemente con mi tarea tan “única” de buscar la verdad, así la nombre.

Seguí caminando y negué “la verdad”, esta vez volví a llegar a esa cima. Sin darme cuenta habría subido nuevamente con la roca a cuestas. Esta vez algo fue diferente, ya no estaba enclaustrado, sino atónito. La vida no tenía un sentido, y ni de eso estaba seguro. Así en esta frase resumo absurdamente uno de los episodios más significativo de mi vida. Se dice que nadie puede hablar por el suicida, y solo el absurdo lógico me niega el poder nombrarme uno, pero la vida caduca a cada momento, la contingencia y el desamparo están rondando cada respiración, ¿acaso soy un suicida? Uno muere cada vez que cae la roca, la muerte le da sentido a la nada. Me gusta recordarme un suicida, me gusta imaginarme dichoso, como lo hace Camus con Sísifo, recordarme como un instante que caduca inexorablemente una y otra vez.

Se dice que un suicida, nada puede decir después de la muerte. Yo “digo” que soy un suicida, y digo sentirme vivo… y lo digo para poder estarlo.

ESTE ES UN TRABAJO PARA PSICOPATOLOGIA INFANTIL QUE DEBO PRESENTAR MAÑANA, PERO COMO ESTO SE TRATA DE COMPARTIR HAY LES VA....., LES ENVIO Y PARA QUIEN LE INTERESE UN POCO DE MITOLOGIA, DE ALBERT CAMUS, COMENTA EL MITO DE SISIFO EN ESTA PAGINA, PARA QUE SE ENTIENDA UN POCO MAS LO ANTERIOR.

http://www.lainsignia.org/2002/abril/cul_002.htm.... A Y QUIERO HACER PUBLICO MI REITERADA QUEDADA MAL EN EL CUMPLE DEL CHOLO, PROMETI HASTA MUSICA, PERO MI AMIGA, QUE ERA EL CONTACTO SE ENFERMOP Y FUE A PARAR AL HOSPITAL, Y HASTA AHORA NO VA A CLASES, PERO CREO YA ESTA BIEN, CON TODO CHOLITO, TE TENGO UNA INVITACION PENDIENTE, ASI QUE YA HABLAREMOS CON LOS DE SIEMPRE PARA IRNOS A EMPOLVAR A IBARRA ESTE SABADO EN LA CACERIA DEL ZORRO... O DESPUES A LA FIESTA MAS ANIÑADA.... SALUDOS...

3 comentarios:

aLeJo dijo...

Qué venta de humo loco...no mentira, me parece chévere que expliques aquellas situaciones sicova*****es mediante la filosofía; está super interesante y no se me había ocurrido que se puede comparar con la vida diaria.

Lo de que no hayas asomado donde cholo no me sorprende en lo más mínimo; vos eres menos confiable para las fiestas que Lada niva viejo.

edv82 dijo...

Me la debes hermano... me la debes. Eres de los fijos hermano, sí me hiciste falta. Un abrazo marica!!

gabriela dijo...

vamos a la cacería del cholo jejeje